Muerte de Simón Bolívar: rodeada de enigmas
Luis Alberto Perozo Padua
No falleció por tuberculosis sino por un choque “hidroelectrolítico”, según los últimos resultados practicados a los restos del Libertador de América.
Uno de los más grandes enigmas que envuelven la vida de Simón Bolívar, es quizá su muerte pese a que notables historiadores e investigadores han abordado el tema con bastante interés y seriedad.
La hipótesis más repetida -y que hasta hace poco era la más fundamentada-, se ciñe a que la salud del Libertador de América, había sucumbido a causa de tuberculosis, certidumbre que según otros científicos ya han despejado.
Más tarde, se planteó que Bolívar fue envenenado, pero al poco esta teoría fue despejada por los estudios practicados a los restos del héroe militar luego de la exhumación de sus restos mortales, el 15 de julio de 2010, tras 187 años de su deceso.
“Tras meses de estudio, el equipo de científicos descubrió que las llamadas dietas de lavativas aplicadas al libertador por su médico de cabecera, Alejandro Próspero Reverend, le produjeron un desequilibrio hidroelectrolítico y de allí la muerte”, señala el valioso informe y añade que esta terapia se realizaba para combatir una infección en el colon.
“Como parte del mismo problema intestinal, Bolívar seguramente recibió muy pocos alimentos lo que deterioró aún más su salud y lo llevó a perder agua, sodio, bicarbonato y potasio”, se lee en el informe de la necropsia, que tuvo como objetivo develar si el Libertador falleció de tuberculosis, versión consolidada históricamente, o fue asesinado por francisco de Paula Santander, hipótesis defendida por el desaparecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Testigo de excepción
Uno de los testigos de excepción de los días postreros de Simón Bolívar, será su médico de cabecera, el francés Alejandro Próspero Révérend. Había llegado a Santa Marta en 1824 y revalidado su título en Cartagena. En 1830 era el Cirujano Mayor del ejército por designación del general Mariano Montilla y por solicitud de éste, acudió al auxilio del Libertador durante los últimos 17 días de su existencia vital, realizó la autopsia y en 1842, estuvo presente en la exhumación de sus restos para el traslado a Caracas.
En los 33 boletines que emitió Révérend, dio cuenta sobre el curso fatal de la enfermedad que, a su criterio, era una tisis galopante, es decir, una tuberculosis pulmonar avanzada. Pero el general Montilla, exigió una segunda opinión, y Bolívar fue examinado entonces por el médico norteamericano Mac Night, galeno de la goleta Grampus, anclada en la bahía de Santa Marta. Su diagnóstico no fue el mismo de Révérend. A juicio del norteamericano, los padecimientos de Bolívar no eran más que un paludismo crónico. Se identificaron, sí, en que la situación era muy grave y, para no contrariar sus diagnósticos, uno formuló quinina y el otro bálsamos pectorales.
Révérend, al ver el deterioro progresivo de su paciente, apeló a los parches de cantárida, insecto cáustico que ocasionaba ampollas en la piel. Se creía que de esa forma se extraía la enfermedad. Los médicos historiadores que han juzgado el proceder de Révérend, le critican que hubiera utilizado las cantáridas, pues, al parecer, ocasionaron un proceso nefrítico que contribuyó al deceso del Libertador. Por aquel entonces, se desconocía este efecto malsano de las cantáridas.
Otras hipótesis
Existen otras hipótesis que han sido propuestas tratando de explicar las posibles causas de la muerte de Simón Bolívar, todas antes de la necropsia realizada a petición del desaparecido presidente venezolano: una de estas es la del historiador Jorge Mier Hoffman, quien discurre que el Libertador fue fusilado por medio de una conspiración entre Estados Unidos y la oligarquía colombiana, dicho argumento ha sido basado en la supuesta bitácora del bergantín Grampus, de la Armada estadounidense, enviado a Colombia por el presidente Andrew Jackson, el cual se encontraba navegando entre Cartagena y Santa Marta, desde donde pudo divisar al bergantín Manuel, donde iba Bolívar, procediendo a su captura y eventual fusilamiento el 6 de diciembre de 1830.
Hasta el momento ninguna academia de historia ha confirmado la veracidad del episodio, en todo caso Révérend, describe en su diario parte de la autopsia de Bolívar: “Su cadáver sorprendentemente no presenta señal alguna de maltratos ni heridas…es un cuerpo virgen”.
Otra de las hipótesis es la que señala el académico Paul Auwaerter, director clínico de la división de enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina de la Universidad John Hopkins de Estados Unidos, que sostiene que Bolívar, falleció por un lento y progresivo envenenamiento con arsénico (arsenicosis), sustancia que se cree le fue administrada durante su mandato como presidente de Perú (1824-1827).
Esta teoría está basada en el hecho de que los síntomas presentados por el Libertador al final de sus días son congruentes con la intoxicación crónica por arsénico tras ingerir agua contaminada con la sustancia.
No obstante, en la autopsia practicada por Révérend, no se encontraron lesiones ulcerativas en el tracto digestivo que son características de las intoxicaciones por arsénico.
Lo más aceptado hasta el momento y basado en el estudio de Révérend, es que Simón Bolívar falleció de tuberculosis pulmonar. Aproximadamente 20 días antes de su fallecimiento el Libertador desarrolló pérdida de peso, anorexia, dolor torácico, tos y expectoración purulenta, síntomas característicos de tuberculosis, la autopsia realizada confirma el diagnóstico.
Simón Bolívar falleció el 17 de diciembre de 1830 en Santa Marta, Colombia, pero no fue hasta febrero de 1831, dos meses después que la noticia llegó a Caracas. Sus familiares no creyeron la trágica noticia, pues pensaron que se trataba de un rumor de sus enemigos que celebraron con mucho ánimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario