El ex juez rector civil del estado Lara, profesor universitario y presidente del Centro Internacional de Formación Arístides Calvani Capítulo Lara, analiza un desolador panorama social, político y electoral que no está convenciendo a los indecisos, animando la participación electoral, ni tan siquiera preservando partidarios.
Este es su artículo:
Cada vez se sienten más los mensajes soterrados y en bloque, del pueblo llano o del tercer estado como lo definió Emmanuel Joseph Sieyés, precursor e idealista de la Revolución Francesa y que hoy se corresponde con los estratos D y E de la población.
A pesar de estar, algunos, recibiendo las dádivas que anuncia el gobierno y se materializan en bolsas CLAP y becas disfrazadas bajo el nombre de misiones, carnet de la patria y chamba juvenil, junto con otras ofertas para renovar y horizontalizar la esperanza en quienes no se sienten beneficiarios de ninguna de las anteriores, no disimulan el rechazo ante el oficialismo.
Esta masa pauperizada, al igual que la clase media que siempre ha estado alejada del chavismo, tampoco cree en soluciones externas que puedan venir de países amigos, ni en invasiones militares o a través de la ayuda humanitaria de los cascos azules de la Organización de Naciones Unidas.
A escasos sesenta días del acto electoral, tampoco parecen estar convencidas que el simple cambio de gobierno, en las condiciones ofrecidas hoy, podrá sacarnos de esta espantosa crisis que vive el país. No es difícil atinar la razón del escepticismo. Siempre hemos creído en un binomio indispensable para crear confianza, ganar elecciones y, sobre todo, gobernar: líder y programa, pero esa conjugación no se logra en corto plazo, no se impone y allí está, no sé si el error del principal candidato opositor o la jugada maestra del gobierno.
Henry Falcón puede ser un buen candidato y garantizar el cambio, tiene condiciones de liderazgo para hacerlo, pero en una pista más larga, necesita del tiempo y del cumplimiento del cronograma como lo prevé nuestro ordenamiento legal. También requiere mayor espacio para convencer sobre el centro de su oferta electoral: la dolarización.
Economistas de mucho prestigio y reconocida probidad se muestran contrarios a cambiar nuestro devaluado signo monetario -ya me apena nominarlo con el apellido del Padre de la Patria- por la divisa norteamericana, que si bien pudiera frenar la hiperinflación, impediría nuestro crecimiento económico, no mejora nuestra posición ante la inexplicable deuda pública externa que nos asfixia, ni alivia la inmediata necesidad de alimentos y medicinas accesibles.
Este sui géneris y maligno panorama está confabulado para destrozar los principios elementales que rigen nuestro sistema electoral: 1.- La pluralidad de opciones. Por vía administrativa fueron inhabilitados una serie de candidatos, aplicando indebidamente el artículo 105 de la Ley de la Contraloría General de la República. También el “Decreto Constituyente” del 27 de diciembre del 2017, inhabilitó varias organizaciones políticas por no haber participado en el proceso para elección de gobernadores de Estados, incurriendo en dos faltas muy graves, aplicó de manera retroactiva una sanción y violentó el principio de progresividad de los Derechos Humanos, porque hasta esa fecha la sanción sólo era aplicable ante la falta a dos citas electorales.
2.- Inalterabilidad de los procesos electorales. El artículo 298 de la Constitución Nacional prohíbe cualquier cambio de condiciones dentro de los sesenta días que preceden al de votación. Una sentencia del 10 de agosto del 2004 (Exp. 03-1103) de Sala Constitucional, autorizó algunas excepciones a este dispositivo relacionadas con consultas referendarias porque no invaden la reserva legal, según la sentencia, pero ratificó la prohibición de alterar las previsiones de las leyes electorales aprobadas por la Asamblea Nacional.
3.- Equidad en la participación. Aunque todos los procesos electorales desde el 2004 violentan este principio porque el Ejecutivo en combo con el PSUV y el CNE, actuando en conjunto como Estado, no pueden equilibrarse jamás con las actuaciones de los candidatos opositores, en este proceso presidencial se ha notado más que nunca una inusitada y desenfrenada campaña del presidente – candidato, de todos los funcionarios públicos haciendo proselitismo abierto utilizando bienes públicos como vehículos y emisoras, además de ataques y amenazas contra diferentes grupos con el fin de atemorizar a los contendores.
No creo que todo este desolador panorama esté convenciendo indecisos, ni animando la participación electoral, ni tan siquiera preservando partidarios. De lo que sí estoy plenamente convencido es que el 20 de mayo del 2018 marcará un nuevo día para el escepticismo y la desesperanza.
Dios proteja a Venezuela.
@jesusajimenezp
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