La Asociación Civil Medianálisis publicó los resultados de su más reciente investigación donde evalúa la credibilidad de los venezolanos hacia los medios de comunicación tradicionales, digitales e interactivos, cómo los utilizan y participan en ellos para informarse, aún con sus sesgos, a contramarcha de la hegemonía comunicacional del régimen.
Es un aspecto de la comunicación que tiene incidencia primordial para medios y los periodistas, al igual que para la cultura de una sociedad y el sano ejercicio de la democracia.
En este resumen de la investigación realizada por la periodista Ana Julia Niño Gamboa, se aborda el tema desde la perspectiva de la reacción de las audiencias ante el clima erosivo que ha representado la implementación de la hegemonía comunicacional del chavismo.
2007 marca un hito fundamental: el cierre de la televisora privada más antigua del país, Radio Caracas Televisión (RCTV) y la confiscación de sus equipos mostró a una audiencia esquiva a adoptar a TVes como la sucesora impuesta desde el gobierno. Las mediciones de audiencia le hablaron al régimen. Eso significó la migración a la TV por suscripción.
La censura se ha extendido a la radio y la prensa escrita.
Sin embargo, la ciudadanía se ha empeñado en hallar alternativas para la búsqueda de la información y del entretenimiento también.
Medianálisis explora el comportamiento exhibido por las audiencias en Venezuela ante las abrumadoras operaciones de hegemonía comunicacional por parte del gobierno. Esto ha provocado una menor disponibilidad de medios de comunicación tradicionales y la migración a los sitios web y plataformas digitales, en los cuales también está presente la mano controladora del oficialismo propiciando censura, autocensura y desinformación.
Con el gobierno del fallecido Hugo Chávez, la hegemonía se adelantó al revocar concesiones (Caso RCTV en 2007) o mediante tecnicismos legales en relación con irregularidades propiciadas por el mismo régimen.
A partir del año 2013 capitales de opaco origen compraron medios y los convirtieron en neutros transmisores que no molesten al gobierno.
Aparte de criminalizar el ejercicio del periodismo y amenazar la seguridad personal de los periodistas, se ha realizado una gestión en los medios estatales que los ha reducido a megáfonos de la propaganda oficial y se han sumado medios comunitarios controlados por voceros partidistas del gobierno.
Según los datos de varias organizaciones civiles, entre 2013 y 2018 el gobierno
cerró 115 medios de comunicación. Paradójicamente, pese al deseo del gobierno,
eso provocó que algunos medios migraran definitivamente a la web y otros nacieran
en línea, creándose así un nuevo ecosistema de medios.
En cuanto a los medios empleados por los venezolanos para estar informados:
La televisión sigue siendo
el referente más importante que mantiene la preferencia en el 43,9% de los
consultados, a pesar de estar lejos de aquel 90% de preferencia que se
predominaba en los años noventa.
Mientras tanto, la web cuenta con un 8,8% de
usuarios que la usan para informarse, la contracara es que nacionalmente un
7,3% no usa ninguna plataforma, y de ese universo un tercio es capitalino.
Resulta
interesante que la pesquisa informativa se da desde los medios interactivos y acude
a los portales cuando se quiere ampliar la información, otros optan por conformarse
con la versión que le da la red de su preferencia.
Siguiendo la tendencia de migración hacia la web, la firma encuestadora Datincorp
(2020) nos presenta el panorama a partir de la coyuntura electoral.
En este caso, la
modalidad más utilizada para informarse son los medios interactivos con un
contundente 47%. Al disgregar los datos, WhatsApp cuenta con el 29% de
preferencia contra apenas 6% para los sitios web de noticias.
En cuanto al
comportamiento de preferencias por los medios tradicionales, la prensa escrita
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apenas se menciona entre 2% de los consultados, la radio el 13,7% y la televisión
se discrimina con un 15,04% para los medios en señal abierta y un 13,37% para la
TV por suscripción.
Un dato importante para futuros estudios de audiencia es la
inclinación política del usuario. En este estudio de Datincorp, el 30% del autodefinido
como chavista se informa por medios de señal abierta contra un 6,6% identificado
con la oposición y un nada despreciable 30% de los no alineados políticamente.
En
la TV por suscripción, hay un empate en las preferencias con un 14%. Si sumamos
las diferentes modalidades de televisión, alcanza el 28,41%, un descenso en
comparación con los datos reportados en 2015, con una preferencia
del 43,9%.
La radio es una
compañía permanente, aunque se le percibe como autocensurada.
La consulta
directa a sitios web de noticias es escasa. En el mejor de los escenarios, se accede
a ellos indirectamente por enlaces recibidos en WhatsApp, gozan de cierta
credibilidad; pero se accede a ellos solo si hay luz e internet. Entre los medios
interactivos más usados, están Facebook a WhatsApp.
Una encuesta de The Media Office en 2019 estima que, hacia
finales del año 2018, había menos de 10 millones de usuarios de teléfonos
inteligentes, contra 12 millones de equipos disponibles en el 2017, un número
pequeño si tomamos en cuenta que, entre 2000 y 2010, Venezuela alcanzó la mayor
penetración de telefonía celular per cápita en América Latina.
En 2008 se vendieron 15 millones de teléfonos celulares y el país llegó a tener 31 millones de líneas
activas en una nación de 30 millones de habitantes (Tal Cual, 2019).
WhatsApp
es la plataforma más empleada para informar e informarse y es reconocida al mismo
tiempo como “el reino de la desinformación en Venezuela” (Medianálisis, 2020).
Conclusiones
1) Indudablemente, estamos viviendo momentos interesantes. Se observa una compleja transición, desde los cambios en los hábitos de consumo de noticias hasta el surgimiento de nuevas aplicaciones, mediaciones y dispositivos.
En lo que concierne a Venezuela, es imperativo evaluar el asunto desde lo político y económico, pues ello suma elementos y retos que se intensifican en un contexto de crisis humanitaria compleja.
2) La comunicación a través de medios digitales y redes sociales es casi una práctica cotidiana en un buen segmento de la población urbana. Su cuestionamiento hacia los medios es un tema pendiente por evaluar. En ese mismo escenario, se ve la experiencia de la llamada infociudadanía como expresión de una identidad política virtual, una con interacción directa.
3) El empobrecimiento de los medios en Venezuela, y por consiguiente el trabajo de los periodistas, ha puesto el ejercicio del oficio de informar contra la pared. Sus niveles de credibilidad son bajos. Sin embargo, entre algunos medios y comunicadores que migraron a las plataformas digitales, se aprecia un esfuerzo por honrar el compromiso frente a las audiencias. Es un reto que involucra al ciudadano.
Creemos que, desde esa perspectiva, algunos medios han comprendido la necesidad de educar mediáticamente a sus audiencias, de hacer trabajo colaborativo entre la ciudadanía, periodistas y medios. En este sentido, hay algunas iniciativas en marcha: BusTV, un servicio de noticias leídas por periodistas en el transporte público y las comunidades.
El sitio web El Pitazo experimenta con la formación de la audiencia en la generación de contenidos y con una relación directa con los lectores a través de sus corresponsales 9 regionales.
El sitio web Efecto Cocuyo incluyó la voz de los migrantes en su plan editorial.
El sitio web Reporte Ya, uno de los primeros proyectos de periodismo ciudadano, da talleres en alfabetización digital.
Medianálisis también ha involucrado a las audiencias mediante talleres de alfabetización mediática informacional, formación para la detección de contenidos falsos, herramientas para la verificación de contenidos sospechosos, etc.
4) Las plataformas digitales y la tecnología surgidas son intervenidas y transformadas por la ciudadanía usuaria de ellos. Ello establece su verdadera utilidad. En Venezuela, las audiencias han encontrado un espacio en esas plataformas. Allá han tenido que migrar los medios y también el poder.
Autora:
Ana Julia Niño Gamboa
Junio 2021
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